viernes, 26 de enero de 2007

Slow food

Coleguitas: Os propongo un asunto para el debate. Poner en marcha en Navarra el "Slow food", toda una filosofía gastronómica o, mejor dicho, recuperar la gastronomía de verdad.

El Slow food, traducido al castellano como comida lenta, es el término opuesto al Fast food o comida rápida. Es un movimiento internacional creado en Italia en 1986 y que se ha ido extendiendo rápidamente con el paso de los años por todo el mundo. Este movimiento se simboliza mediante la figura del caracol, porque la lentitud propia de este animal es el mejor símbolo para luchar contra la velocidad y las prisas que afectan al mundo moderno.

¿Qué pretende?
El objetivo que persigue es combatir la cultura del Fast food y recuperar los sabores y las costumbres tradicionales. Se basa en el disfrute de la comida, en desgustar los placeres que ofrece y en gozar de la buena mesa en el entorno más adecuado.

Una alternativa frente a la comida rápida
Los establecimientos de comida rápida ofrecen sus menús a cualquier hora del día, a un precio muy económico y se pueden encontrar en cualquier región del mundo. Por estos motivos son muchas las personas que acuden a ellos como entretenimiento y ocio o para saciar su apetito en un lugar divertido. Sin embargo otras personas recurren a estos locales por falta de tiempo ya que sirven las comidas en apenas unos minutos.

La comida rápida se acompaña generalmente de salsas y entrantes o acompañamientos que aportan sabores muy intensos y una cantidad elevada de sal. Este tipo de sabores enganchan y estimulan el apetito para seguir comiendo. La rapidez con la que se consumen estos productos es otro aspecto negativo. Al comer deprisa no se deja tiempo suficiente para que la sensación de saciedad llegue al estómago por lo que con frecuencia se tiende a consumir grandes cantidades de comida. Por otro lado, puesto que apenas requieren masticación, y debido a sus altos aportes de grasa, el proceso de digestión se ve dificultado.

Este tipo de comida cuando se convierte en algo cotidiano es cuando perjudica el estado de salud. En ocasiones estos productos sustituyen a las comidas principales por lo que en esas tomas existe deficiencia de determinados nutrientes que no contiene la comida rápida. En otros casos, se consume como un "extra" a lo que se toma habitualmente, en cuyo caso supone un exceso en el aporte de grasas y de calorías.

Recuperar las buenas costumbres
Con el paso del tiempo se han ido perdiendo muchas costumbres alimentarias saludables que es importante recuperar. Entre ellas está el consumo de platos completos y nutritivos con legumbres como ingrediente principal. Un potaje de legumbres con verduras y carne constituye un plato completo que no requiere mucho tiempo de elaboración si se emplea una olla a presión.

Lo mismo ocurre con la elaboración de todo tipo de sopas y potajes, platos de cuchara que se van perdiendo con el paso de los años. Una solución es cocinar un mayor número de raciones y mantenerlas en congelación hasta su consumo. Otros platos hidrocarbonados de elaboración casera, también están perdiendo cada vez más presencia. Es el caso de los platos de pasta con carne o pescado, las paellas o incluso de las tradicionales patatas a la riojana que, acompañados de verdura o ensalada, forman un menú completo y muy nutritivo.

En cuanto a segundos platos cada vez se tiende más a consumir precocinados y cuando se elaboran en casa, suelen prepararse casi siempre a la plancha o fritos por ser las opciones más rápidas y sencillas. Conviene fomentar el consumo de preparaciones caseras elaboradas con ingredientes saludables como los tradicionales guisos. Esta preparación no implica un exceso de grasa si se elabora con los ingredientes adecuados. Es por ejemplo el caso de un pollo a la hortelana, sin la piel, elaborado con un rehogado de verduras y/o patatas guisadas, o del pescado en salsa verde con guisantes y verduritas, etc.

Los postres tradicionales de fruta fresca y lácteos son la mejor opción para consumir a diario. De forma ocasional se pueden incluir elaboraciones caseras que incluyan ingredientes saludables como las natillas, el flan, tarta con helado, etc.

Además es preciso fomentar y mantener las costumbres alimentarias y la riqueza gastronómica propia de cada región, dentro y fuera de ella.

¿Qué beneficios aporta?
El slow food conlleva una serie de ventajas a corto y a largo plazo entre los que destacan los siguientes:
- Promueve una buena masticación de los alimentos para favorecer la digestión.
- Fomenta la educación del sentido del gusto.
- El Slow food incluye sabores suaves y naturales como es el caso del tomate triturado frente al ketchup de la comida rápida. Cuando se abusa de sabores tan intensos, no se aprecian los sabores naturales de la comida tradicional. A esto hay que añadir que los sabores intensos estimulan el apetito y provoca un aumento de la ingesta.
- La calidad nutritiva de los menús es mejor si bien el precio supera al de la comida rápida.
- Favorece entablar relaciones sociales con otras personas alrededor de la mesa al comer de forma distendida y sin prisas.

Esta es la idea, que desde este blog pongamos en marcha un auténtico club de la logia del Slow food en Navarra. Vosotros diréis.

Lo voy a pensar en este fin de semana que me hago un balneario por tierras cántabras, ya os contaré. A disfrutar.

6 comentarios:

Idoia dijo...

YO ME APUNTO A LA LOGIA DEL SLOW FOOD

Yo me apunto sin duda a la logia del slow food. Hay que celebrar la vida y una manera es a través de los sabores.

El sábado comimos en Laredo. Y aunque todo estaba perfecto quiero destacar las almejas a la sartén que pedí. Estaban perfectas.

Las almejas a la sartén se hacen, más o menos, de la siguiente manera:

se frien unos ajos en aceite de oliva. Se retiran. Después de lavarlas se echan las almejas al aceite y cuando se empiezan a abrir se incorpora medio vasito de brandy. Cuando las almejas se terminen de abrir se acompañan del ajo y, si se quiere, de un poco de perejil. Deliciosas. Yo no soy una gran cocinera, pero como degustadora no tengo precio. Es una receta muy sencilla y muy sabrosa. Las acompañamos con un verdejo rueda que se llamaba "Tres Olmos". Casaba muy bien. Aunque supongo que con una botella de albariño "Mar de Frades" debe ser como para morirte del gusto.

Ana dijo...

Es dificil ir contra la corriente…
Yo nunca he caido en esta fórmula alimenticia, pero se que no toda la gente que practica el “fast food”, es partidaria de esta forma de comer. Esto es más bien una consecuencia de la vorágine en la que vivimos. Madrugar, enlazar una actividad con otra, vivir pensando en lo que toca hacer dentro de un rato en vez de disfrutar de lo que estamos haciendo en este preciso instante… comer y desear alcanzar una sensación de saciedad, arrancar otra vez y sin parar hasta llegar a casa a la hora de cenar con ganas de comer algo rapidito que nuestro mayordomo (el frigorífico) tiene en su punto para nosotros (fiambre o cualquier comida precocinada) con abundancia de grasas, de hidratos y de azúcares que nos sacian y amansan nuestro carácter ansioso.
La conocida como “fast food” (comida rápida) actual debería llamarse comida insana… porque también se puede consumir comida rápida muy sana… ¿cómo? Como bien dices en el artículo… utilizando todos aquellos inventos que podemos disfrutar desde finales del s. XX y que se van perfeccionando recién iniciado el siglo XXI: la olla rápida, la thermomix, el microondas, la inducción, el horno con programación previa… y aprovechando el tiempo para cocinar dos o tres platos (o parte de ellos) a la vez y utilizando el congelador para conservarlos en perfectas condiciones. Son varias las técnicas que son sencillísimas y que son realmente rápidas: La cocción en olla rápida o al vapor de verduras y/o legumbres, l@s carnes/pescados en escabeche, que aparte de ser sabrosísimos, es una forma antiquísima de conservación de los alimentos, los papillotes que permiten que los alimentos se hagan en su propio jugo, o el “briqué a poulet” donde cocinaremos desde frío cualquier asado ayudándonos del programador del horno y que nos permite comer calentito un plato terminado de hacerse tres horas antes…
Algunas personas comen productos comprados ya procesados por ahorrar tiempo y/o dinero. Para economizar podemos utilizar opciones ingeniosas como son realizar purés para aprovechar los restos de verduras o ensaladas, albóndigas y o hamburguesas para reutilizar carnes que consumimos algún día antes y que nos permite disfrutar de diferentes sabores y evitar repetirnos.
Y por último… ojala tod@s pudierais cocinar lento, poner la mesa bonita y cómoda, ojala pudieras saborear y comer despacito, pero si no os lo podeis permitir, al menos que vuestras preferencias alimenticias sean: cereales integrales, frutas, verduras, carnes magras y pescados frescos, huevos y aceite de oliva virgen extra.
Me asusta cada vez que me pongo a la cola en la caja de un supermercado y veo lo que mucha gente pone sobre la cinta, que cada vez se acerca más a ese comentario que escuchábamos de pequeños: “-dicen que se va a comer todo en paquetes, embasado, y que todo estará cocinado y solo habrá que calentar”
Podemos intentar cocinar convirtiendo esa obligación diaria en un hobby, es cuestión de intentarlo y sustituir algunas pérdidas de tiempo viendo en la tele lo que hacen los demás, por disfrutar haciendo platos ricos y construyendo con ladrillos sanos y las buenas costumbres de siempre, una vida que nunca debió cambiar en esa dirección.
Aah! Y por favor, procurar no asociar el ketchup con la comida insana porque es más bien un aliado perfecto especialmente para el género másculino y la prevención del cáncer de próstata debido a su alto contenido en licopeno (también presente en los pimientos, sandía, uva rosa, pomelo rosa, papaya…). Si preferís también podéis usar el tomate casero bien cocinado, es una opción que a los que nos gusta cocinar nos convence todavía más.

mikel dijo...

Yo tambien me apunto, pero por aprendo algo que de momento ......soy un manazas....

mikel dijo...

queria decir por si aprendo algo....
por cierto la receta que me paso Ion del arroz negro un exito, seguiremos en la cocina

Félix dijo...

Vamos a ver. No seamos tan ortodoxos, cierto es que la comida lenta es un estilo de vida con el que estoy de acuerdo. Amor lento, fuego lento, amistad y vida larga... En fin, frente a lo caduco, inmediato y apresurado lo estable y duraradero. Pero sin pasarse, la comida rápida tiene unas creaciones geniales. Las ensaladas, el pescado a la plancha, el marisco cocido, las almejas crudas, el pan con tomate... Como dice el siguiente pasaje, cómo quieres la chuleta, poco hecha o muy hecha, le pregunta el camarero. A lo que el cliente le responde: abundante.

Ion dijo...

La filosofía del slow food no es solamente el mimo a la hora de hacerla, también la de comprarla y, especialmente, la de comerla. Sin prisas, en buena compañía y con entretenida conversación. Significa otorgar la importancia que se merece a esta necesidad diaria para convertirla en placer también diario. Es evidente que una almeja cruda tiene poca elaboración, pero no es lo mismo comerla en la barra de un bar deprisa entre reunión y reunión, o haber ido al mercado, elegir las que mejor pinta tienen, invitar a quien desees para compartirlas y preparar un buen menú que las acompañen. Si puedo me apunto a lo segundo.

La comida tranquila supone darle la importancia a la cocina que se merece, arrinconada en los tiempos tecnológicos que vivimos a algo instrumental, sin valor. Y si quieres comer algo decente, tienes que pagar un dineral arriesgándote a no acertar. Recuperar la cocina a fuego lento, con las mejores materias primas, y haciendo de ella un arte; aunque sea un pescado a la plancha o unos espárragos al vapor. A la comida, como a todo lo que amas, le va bien el cariño. Y no hay cariños rápidos, de vuelta y vuelta, ni que se pueden recalentar. Como dice el refrán mexicano: La tortilla y la mujer se han de comer en caliente, pues si las tienes recalentar el diablo les mete el diente.

Meter un bote precocinado en el microondas durante 2 minutos y echarlo a un plato no es cocinar, además de ser insalubre por los conservantes, antioxidantes, colorantes y el exceso de sal que nos tragamos con ello. Y a eso tiende la moda.

El valor del siglo XXI ya es el tiempo. Así que usemos tiempo en lo que verdaderamente nos importa, las cosas que nos merecen la pena. Y comer, beber y amar es algo prioritario para mí (no necesariamente en este orden, mal pensados).